Aventura nº...

AVENTURA Nº 2: RUTA DE LOS CABOS 2012

jueves, 22 de septiembre de 2011

DÍA 19: MERKE - TALDYKORGAN

10 de agosto de 2011

1 país: Kazajstán (acumulados 15)

0 túneles (acumulados 138)

696 km (acumulados 10.913 km)



Kazajstán es un país muy largo para atravesar. Hoy hemos hecho la jornada más larga fuera de la Unión Europea (y la tercera mayor del viaje hasta ahora), pero aún nos quedarán un par de jornadas para llegar a Rusia.

Estepas, llanuras interminables con montañas gigantescas y nevadas en el horizonte, jinetes pastoreando a caballo, zonas con colinas suaves, muchos Audis de segunda mano de los años noventa y autobuses que terminaron su vida legal en Europa y los usan aquí para el transporte interurbano, cubriendo las distancias interminables entre sus ciudades.

Lo curioso de los autobuses es que no los repintan ni los vuelven a rotular. A excepción de los furgones Mercedes como el nuestro haciendo el papel de minubuses entre Talas y Shymkent o Talas y Almaty (me tranquiliza saber que nuestro coche es el preferido para transportar a mucha gente por estas carreteras y a gran velocidad: al menos sabemos que habrán mecánicos y repuestos por si tenemos alguna avería); el resto de autobuses interurbanos llevan aún los nombres de las compañías italianas, alemanas, francesas o españolas para las que sirvieron en Europa.

Me tenía un poco mosca ver autobuses franceses por aquí, hasta que nos hemos encontrado con un Alsa en sentido contrario que llevaba matrícula kazaja.

Hoy el día ha transcurrido como el de ayer, carretera y manta.

Esta mañana, cuando nos preparábamos para irnos han aparecido quemando neumático los amigotes del vigilante de seguridad de la gasolinera destartalada donde hemos dormido. Seguramente éste les avisaría para que vinieran a ver a los guiris en ambulancia que iban hacia Mongolia.




Hotel, dulce hotel

Les hemos dado unos caramelos y nos hemos ido. Pero no hemos llegado muy lejos. Después de la primera curva nos estaba esperando la Policía con el radar. Nos han hecho una foto muy bonita a 73 km/h. La velocidad límite, debido a las obras, era de 50 km/h.

El poli, muy amablemente, nos ha enseñado la foto y me ha explicado, con la tabla de sanciones en la mano lo que debíamos pagar (al cambio unos 12 €). Nosotros le hemos dicho que no había señal, que no estábamos en zona urbana y que el límite no era 50. Entonces el agente, sin perder su amabilidad nos ha dibujado la señal de obras y de límite de velocidad y nos ha indicado que estaba 1 km antes. Tras un tira y afloja en el que ha insistido en que un paisano que estaba allí me llevara a ver la señal, le hemos admitido que sí, que la señal estaría allí pero que nosotros no la hemos visto. No sabíamos si aquí es aplicable eso del “desconocimiento de la Ley no exime de su cumplimiento”... Había que probar

Al final, Nuria ha cogido al poli y se lo ha llevado hacia la ambulancia. Le ha explicado que no teníamos dinero, que su dinero iba en el botiquín y el equipo médico que llevábamos a los niños de Mongolia (con demostración por mímica de cómo se pincha en el culo) y el amigo se ha dado por vencido. Ha sonreído y nos ha dejado continuar.

Dos o tres kilómetros después hemos vuelto a descubrir, igual que dos días atrás buscando la salida de Uzbekistán, que la desmembración de la Unión Soviética y la aparición de nuevas fronteras, ha alargado las distancias. No pasar por Bishkek, la capital de Kirguizistán no es 20 km más largo, sino 100. La carretera que pretendíamos seguir bordea la frontera pero parece que en un par de puntos se mete en territorio kirguizo, así que las indicaciones hacia Almaty nos desvían más al norte para evitar ese enclave. Perfecto.

Así que más carretera en la que la Policía nos ha vuelto a parar dos veces, una a la entrada de la ciudad de Shu para afearme que les grabara con la cámara de vídeo (qué culpa tenía yo de que estuvieran en mi plano...); la otra en Qoqqaynar para dejarnos continuar sin bajarnos del coche ni nada en cuanto hemos dicho “no” al “Speak English?” del poli (“¿para qué perder el tiempo?” habrá pensado el amigo).

Los paisajes son alucinantes, profundos. Vemos acercarse alguna tormenta que atravesamos entre el agua que levantan los autobuses y los camiones desvencijados (cangrejeo se llama el descuadre entre eje delantero y trasero) debido a la tralla que les dan por estas carreteras.

En Korday, el sitio por donde habríamos entrado de nuevo a Kazajstán si hubiéramos pasado por la capital kirguiza, la carretera ha mejorado. Estábamos a 200 km de Almaty y hemos pensado que quizá podríamos llegar a comer. Finalmente, y a pesar de que cada vez la carretera estaba en mejores condiciones, sobre todo al entrar en la provincia de Almaty, ya con dos carriles por sentido, nos hemos quedado a comer a 40 km de la ciudad.

Hemos parado en una gasolinera que tenía grifo y nos hemos hecho allí los espaguetis pasta con tomate.

Luego en Almaty hemos perdido una hora con el tráfico caótico de la ciudad y la escasez de indicaciones. Nos hemos pasado del cruce en el que había que hacer el giro a la izquierda y hemos seguido avanzando por una de las principales avenidas de la ciudad.

Almaty era la antigua capital de Kazajstán y tiene más de un millón de habitantes, pero no tiene circunvalación, así que hay que, o te pierdes buscando un camino alternativo por las carreteras de su periferia, o te metes casi en el centro de ella. Es la típica ciudad de urbanismo soviético: grandes bloques dispersos a las afueras y amplias avenidas con mucho espacio entre la zona de circulación de tráfico y los edificios. Si está bien mantenido, no es mala idea. Lo malo es cuando todos esos espacios abiertos han sido tomados por la maleza y la basura, y los edificios están que se caen a pedazos, que e slo que hemos visto en Uzbekistán. Almaty, al igual que Shymkent, parece un poco más cuidada, además de que tras la caída de la Unión Soviética habrán habido muchos cambios por aquí. Hay también bastante población de origen ruso.

La salida se ha hecho eterna porque la calle que se continuaba en la carretera hacia el norte atraviesa entre un montón de mercados y bazares donde estaba todo el mundo haciendo la compra. El atasco era monumental en los dos sentidos, y aunque sólo nos quedaban 250 km a Taldykorgan, la principal ciudad antes de meternos en zona demográficamente desértica, seguramente se nos haría de noche.



Entrada a uno de los múltiples bazares en la salida norte de Almaty

Puestos callejeros en la orilla de la carretera junto a los mercados

Y así ha sido, poco después del inmenso embalse de Kapchagay (para venir en verano a alguna de las villas que han construido a su alrededor) la carretera ha dejado de ser tipo autovía (de las de aquí, con cruces a nivel), y hemos tenido que ir un poco más despacio. Aún así, el firme estaba en bastante buen estado, y salvo un par de puertecillos sin mucha importancia, el trazado era fácil.


Un consejo, siempre que vayas por una carretera que no conozcas y se te vaya a hacer de noche, o no corras, o ponte detrás de un local que se sepa el camino y vaya marcándote la trazada. He hecho lo segundo, y durante unos 80 km he seguido a otro furgón que iba a la velocidad legal límite, con lo que, aunque ya estaba oscuro, no hemos llegado muy tarde a Kazajstán (el problema está en que no aplican el horario de verano y a las 8 ya está oscuro).

Uno de los pocos momentos en los que hemos circulado hacia el oeste

En la entrada a Taldykorgan (llena de neones de colores por todas partes, pero que nadie se equivoque, no era porque abundaran “esa” clase de locales) hemos parado en un restaurante donde habían bastantes autobuses en la puerta (uno de ellos de una empresa de transporte de Almería, aún tenía el teléfono) para preguntar por un hotel.

Ha salido el listo del lugar, el que se suponía hablaba inglés, para explicarnos cómo llegar al hotel. Primero nos quería enviar en sentido contrario, unos cuantos pueblos antes de llegar a la ciudad, y después nos ha hecho un croquis... Vamos, para llegar a Ulán Bator con esas indicaciones.

Guía Michelín de Taldykorgan.

Hemos intentado seguirlas pero no encontrábamos el hotel. Así que hemos llegado a preguntar hasta cuatro veces, recorriendo más de 10 km ciudad arriba ciudad abajo buscando el hotel que todo el mundo nos decía estaba “priamo priamo” pero en direcciones diferentes. Al final unos chavales se han apiadado de nosotros y han pedido a un taxista que nos llevara hasta un hotel. Pau y Nuria se han subido al taxi y yo les he seguido hasta un 4 estrellas. Pensábamos que nos la iban a colar pero nos ha salido a 40 $ la habitación doble (menos de 30 € un 4 estrellas -que en España serían 3-, no está mal después de acampar dos noches seguidas en pésimas condiciones).

Hemos cenado algo en la calle principal: ensalada, carne y sopa y nos hemos vuelto a ducharnos y a dormir.

Pero... ¡No había agua caliente! Nuria y yo hemos bajado a la recepción a preguntar: toda la ciudad sin agua caliente...

Al menos dormimos en una cama limpia sin necesidad de poner encima de la cubierta nuestro saco, ni hay que mirar con asco el retrete (que esta vez sí es una taza en condiciones).

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